lunes, 18 de mayo de 2009

Adios, me voy a bucear.

Todo lo teníamos planeado, estábamos en un viaje a las islas Seychelles, ¿Las conoce?

Si, por favor, continúe.

Muy bien, ya habíamos tomado unas deco-birras para eliminar nitrógeno [Sonríe con complicidad] y unas tapas de tortilla que nos trajimos desde Cabo de Palos. Pues bien, de eso hacía rato y planeábamos una inmersión profunda, ya sabe, unos 40 metros, todo el equipo revisado, nervios tranquilos y metida desde una Zodiac al agua. -20 metros, todo correcto, -25 metros, todo bien, -30 metros, vale, pero a -34 metros empezó la pesadilla. En las Seychelles no habían Zetas sobre tierra, pero no sabíamos que los hubiese bajo el agua. Eran un espectáculo terrible, estaban desnudos y tenían la piel húmeda y arrancada a tiras debido a los roces con las rocas. Un Zombi se lanzó hacía mi compañero de inmersión, pero no pudo atravesar el duro neopreno y mi compañero le abrió la cabeza con un puño bien enguantado. debía de hacer unos 10 zetas merodeando por las cercanías, suerte que llevaba un Fusil subacuático de los militares, no de esos de pescar peces, sino uno que disparaba unas balas subacuáticas. No consiguieron morder a nadie, pero el neopreno acabó lleno de arañazos, mierda, que em costó 600 euros. En fin, para algo sirvió.

[Esta historia tiene un final feliz, pero hay muchas más horribles. Más historias el próximo mes en GMZE.]

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